7 de diciembre de 2008

Y preparamos el camino...

Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Conforme está escrito en Isaías el profeta: «Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas».

Apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.

Juan llevaba un vestido de piel de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo».

Comenzamos hoy la segunda semana del Adviento, despiertos y con las luces encendidas, esperando esperanzados…
Hoy nos habla de nuevo Isaías: “Consolad a mi pueblo, habladle al corazón, preparad el camino al Señor…”
Y ese es el mensaje que nos trae hoy el mensajero: PREPARAD EL CAMINO, y nuestro lema para esta semana. Juan predicó en el desierto, bautizó, consoló al pueblo de Dios, y supo reitirarse porque sabía que el sólo estaba preparando el camino a alguien más grande.
Preparemos nosotros también nuestro corazón para recibir el regalo más grande que se nos puede hacer: Dios mismo.

El lunes, además, celebramos a María, su Inmaculada Concepción. Dios preparó una morada digna a su Hijo, y libró a María del pecado. Jesús nos la dio como madre en la cruz, y como madre la queremos y la celebramos. María, corazón vivo, siempre dispuesta, que se fió de Dios y le dijo 'Hágase' sin dudarlo ni un momento. Que ella nos acompañe siempre y sea luz en este Adviento.

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