6 de abril de 2009

Y volvemos a Dios...

Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda.
Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
«Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."
Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.
Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta.
Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."
El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"
Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."

La parábola del Hijo Pródigo nos ha ido guiando en esta Cuaresma que ahora finalizamos. Es de recibo leerla y meditarla pasado ya el Domingo de Ramos...
Esta Cuaresma ha sido el camino recorrido por el hijo hasta volver a la casa del padre, el camino en el que él, lejos de comprender el amor que su padre le profesaba, sólo pensaba en el discurso en el que explicar al padre el arrepentimiento... Y su padre lo único que hizo fue abrazarlo, salir a su encuentro y colgársele del cuello, y celebrar la mejor de las fiestas.
Nuestro papel es unas veces el del hijo pródigo y otras el del hijo fiel que le pide cuentas al padre. Y en ambos casos el padre nos sigue queriendo. Jesús hablaba de Él como Abba, el más leve balbuceo, el sonido de un bebé para referirse a su padre, el amor más grande. Nos dejó esa sensación de ser abrazados siempre por Dios. Vino a mostrarnos el rostro de Yavhé encarnado en Él...
Los hombre y mujeres, sin embargo, pensando siempre en preparar discursos para contentar al Padre no entendieron, y el miedo los llevó a condenarlo y ejecutarlo, llevarlo a la muerte, "y una muerte de cruz".
Así que acompañando a Jesús de Nazaret 'con mil ramos de olivos', alabándole como rey; y recordando a la vez la más cruel de las condenas a través del relato de la Pasión, hemos acabado ese camino de vuelta al Padre.
El objetivo es muy simple y complicado a la vez: ser conscientes de lo gratuíto y grande del abrazo del Dios que sale a nuestro encuentro, del Dios que se entrega como el más humilde de los hombres.
Si hemos conseguido perdonar y perdonarnos, si hemos ensanchado el corazón de modo que quepa el otro, es que estamos listos para asumir también que Dios muriera por nosotros, y que resucitara, y que siga vivo en tanto y en tantos...
Volvemos a Dios con los ojos y el corazón y el abrazo amplio, para acoger el misterio del Dios de la vida...
Feliz Pascua.
(JRG)

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